[MUSIC] Hola a todas y todos otra vez, bienvenidas y bienvenidos a esta primera lección de esta semana, en la cual vamos a hablar sobre la psicología de los números. Los números son números, los números son precisados por una mente. Si fuéramos pitagóricos, pensaríamos que los números existen al margen de nosotros, que tienen una existencia real y en un mundo de perfección, pero lo cierto es que los números son el resultado de formas culturales de entender la realidad. Por lo tanto, nos ayudan a capturar diversos elementos de la realidad, pero al mismo tiempo, constriñen las formas o condicionan las formas mediante las cuales nosotros intentamos entender este mundo. Por ejemplo, los números capturan entidades, pero no cualquier tipo de entidad, sino una entidad de un tipo estable, por ejemplo. Una piedra, tenemos una piedra, tenemos otra piedra, en total ¿cuántas tenemos?, dos piedras. Son entidades que perduran, ¿sí? Si tengo, en cambio, una montaña o una figura de arena. Y otra figura de arena y cuando las intento sumar se deshacen, pues no tengo dos figuras de arena, tengo un montón de arena. O, si tengo dos gotas de agua y las uno, no tengo dos gotas de agua, tengo una gota de agua. Por tanto, el hecho de capturar una entidad implica unas condiciones específicas, una manzana es una manzana. En un tiempo concreto, si pasan tres años aquella manzana no es una manzana, sino que es un despojo de algo, o incluso you no es nada. Depende, por lo tanto, de una variable temporal, de una variable de conservación de una cierta forma o consistencia. Por lo tanto, los números cuando los utilizamos no son simplemente números. Capturan ciertas propiedades que consideramos que esos objetos tienen. Por ejemplo, su tamaño. Y a partir de esos números y esas cuantificaciones podemos ver que son más grandes, más pequeñas, o estos números, cuando los tengamos, nos va ayudar, por ejemplo, a hacer las secuencias temporales. Porque podemos hacer una construcción, o una reconstrucción lógica en función de asignar unos números. A unos objetos, por ejemplo, cuando hacemos arqueología estamos intentando datar cuál es la fecha de origen de un yacimiento en relación a otro yacimiento, y aparte que hacemos unos mapas históricos. Que nos permiten entender, pero esta linealidad del tiempo no está, es una reconstrucción teórica nuestra. El tiempo no tiene una dirección como en nuestros libros de texto, que va de la izquierda, la más antigua, a la derecha, la más moderna, esto es un acuerdo, pero nos ayuda a entender el mundo y, hasta cierto punto, captura la realidad del mundo. Lo que sucede es que es una realidad interpretada. Al mismo tiempo, esta cognición numérica nos va a permitir hacer cuantificaciones semánticas que participen de nuestro lenguaje y, con ello, hacer cálculos espaciales de esos tipos. Una vez que vemos estos números podemos hacer operaciones con estos números y entonces aparecen múltiples tipos de formas de trabajar con estos números, por ejemplo, sumando, restando, multiplicando, haciendo raíces cuadradas, aplicando ciertos tipos de normas argumentativas, formales, con mayor o menor seriedad. Cálculos estadísticos de tipo venciano, frecuentista, combinado, es decir, hay múltiples posibilidades. También tenemos que tener en cuenta que esto es posible no de forma automática, sino que hay unos procesos mentales que están detrás de la capacidad de poder hacer estas relaciones. Por ejemplo, la gente con lesiones en el cortex parietal, pues tienen problemas para utilizar números para hacer cálculos, o si ha sufrido una normalidad en el desarrollo parietal por diversos tipos de problemas, el síndrome de Turner, de Williams o alcohólico fetal, o el de x frágil. Entonces esto vuelve a suceder. Por lo tanto, es automático, pero no es 100 por 100 asegurado, va a depender de unas condiciones en las cuales esta mente que está procesando los datos trabaje de forma correcta. Para hablar sobre la percepción de los números, os voy a exponer un caso [COUGH] muy interesante, explicado por Daniel Moerman. En un libro que se llama Significado, medicina y el efecto placebo, publicado por Cambridge University Press en el 2002, él es un antropólogo médico, en el cual él habla sobre los números dentro de las prácticas médicas donde hay presencia de placebo. ¿Qué es el placebo?, el placebo es una sustancia inerte. Que no tiene ningún componente esencial, que, cuando se da a una persona, provoca un cambio en la salud de esa persona. ¿Por qué?, porque esa persona se piensa que esa pastilla contiene algo, una sustancia activa que provoca una reacción en su cuerpo para que le disminuya el dolor, o la inflamación o el tipo de cuadro que estuviera sufriendo. Moerman ha conseguido demostrar que, por ejemplo, las pastillas grandes curan más que las de tamaño pequeño. O realmente las minúsculas. O, por ejemplo, el color, que las pastillas azules tienen efectos más intensos que las de otros colores. Por lo tanto, cuando utilizamos números y cantidades podemos pensar que esto también se puede aplicar, tal vez el color, la forma, la posición donde está ubicado, el diseño de ese número va a ser importante, porque hay elementos psicológicos fundamentales en nuestra naturaleza, que hacen que confiemos en ciertas formas, en ciertas proporciones, en ciertas secuencias, en ciertas manifestaciones de la información. O, por ejemplo, que dos pastillas curan más que uno. De esta manera, habrá veces en los cuales cierta cantidad de datos nos va a parecer que es más evidente que otras, simplemente, porque hay más cantidad. Y la cantidad de datos no va a hacer que sea más evidente, a no ser que los datos realmente aporten mayor información. Pueden ser datos no relevantes, o datos erróneos, o datos mal diseñados. En cualquier caso, hay elementos que hacen que, cuando hablamos de convencer y convencer con números, debemos tener en cuenta elementos psicológicos. Otro elemento interesante relacionado con el placebo es que, cuando un instrumento terapéutico parece avanzado, cura más que el que es normal o creemos que es obsoleto. Con los números va a suceder lo mismo, si pensamos que esa estadística procede de una nueva técnica realizada por un grupo prestigioso que ha estado un tiempo realizando estos estudios, vamos a pensar que esto es correcto. Aunque, si somos sinceros, normalmente estas previsiones fallan de forma frecuente. Pensemos, por ejemplo, en todos los estudios estadísticos que se hacen de previsión de voto en elecciones gubernamentales. Funcionan si el muestreo es correcto, si la gente no ha mentido es otro aspecto interesante. A tener en cuenta, los seres humanos mienten constantemente, de manera que, cuando analicemos los datos, tenemos que pensar quién los está realizando, cómo se ha capturado esta información. you veremos que los números no son representantes de elementos reales del mundo, son reconstrucciones. Supuestamente precisas de ciertas condiciones. Si no falla toda la cadena entre el mundo real, y la honestidad y la profesionalidad de las personas implicadas, tal vez el número nos va a poder decir qué es. Por lo tanto, y esto me remito, por ejemplo, a las recientes elecciones con Trump en Estados Unidos, donde los resultados no fueron previstos debido a diversas variables que no se tuvieron en cuenta, y esto es algo que sucede bastante frecuentemente. Y, finalmente, también es bastante importante la actitud del médico, si yo explico unos resultados numéricos con mucha convicción, no es lo mismo que si los explico con una cierta reluctancia a afirmar de forma taxativa un resultado. Hay otro elemento interesante, que es la relación de los números con la voluntad de las personas. Por ejemplo, y voy a hablar de riesgos en contra de beneficios, cuando hablamos de riesgos y normalmente para entender si una cosa es peligrosa o no, o si hay un riesgo implícito, nos vamos a ir a estadísticas, a números, hay una probabilidad de tal que suceda esto, ¿no? Por ejemplo, sabemos que, cuando los riesgos son asumidos de forma voluntaria, se conciben de forma más atenuada. Por ejemplo, si yo tomo el coche cada día voy a pensar que tampoco es tan peligroso que yo tome el coche, o esté caminando yendo hacia mi casa, bueno, habrá una polución, pero tampoco es tan importante, soy yo que decido salir a dar un paseo, ¿de acuerdo? En cambio, si voy a comparar un producto para comer que contiene transgénicos. Puede suceder, y sucede bastante frecuentemente, que las personas que ven que hay estos productos industrializados o el intento de que se industrialicen se van a quejar, ¿por qué?, porque son impuestos por una multinacional, por lo tanto, si una multinacional lo quiere vender, debe ser que va a costa de algo, y seguramente va a pasar que es mi salud. Pero en cambio mi salud no me va a importar tanto si yo decido tomar el coche y no andar, o caminar por donde hay coches, porque lo he decidido yo. Lo mismo sucede con los aviones, la gente tiene más miedo de los aviones que de tomar el coche, cuando en realidad la mortalidad por accidentes de tráfico es prácticamente la primera causa de mortalidad en los países occidentalizados muere muchísima gente. Pero la aprensión a subir a un coche o la aprensión a subir a un avión es totalmente divergente y desproporcionada. En un último lugar, por ejemplo, cuando la Organización Mundial de la Salud recientemente explicó que los embutidos y la carne procesada era cancerígena, la mayor parte de gente decidió tomárselo un poco a guasa, en cambio cuando la misma organización dice que el tabaco es cancerígeno, tenemos la convicción de que esto es así. Curiosamente, la fuente es la misma y los números son igual de evidentes en ambos casos, lo que sucede es que un riesgo, si en estos momentos están mal vistos socialmente y tiene menos implementación, y acabamos aceptando que esto sea así. Pero, por contra, como la otra todavía todo el mundo la está practicando, como comer carnes procesadas, vamos a pensar que esto no es así. Cuando hablamos de beneficios sucede lo mismo. Por ejemplo, los debates sobre vacunas, ¿no?, puede suceder, porque yo si no vacuno a mi hijo, y todo el mundo vacuna a su hijo, a mi hijo no le va a pasar nada, porque no hay caldo de cultivo para la enfermedad, por decir una manera. Pero claro, si muchos decidimos no vacunar a nuestros hijos, y otros sí, los que no vacunamos a cambio de que nuestro hijo pueda no tener un efecto secundario con la vacuna que no le ha sido administrada, por contra, tiene muchas más probabilidades de tener esa enfermedad. Y si es una enfermedad grave, de tener graves consecuencias. Y el último ejemplo que os voy a poner es el del juego del ultimátum, es un juego diseñado para entender la elección racional de los individuos. Y ha dado resultados diferentes en lugares geográficos diferentes de nuestro planeta. El juego es muy simple, tenemos 100 euros, vamos a repartirlo entre dos personas, les decimos que se los tienen que repartir, pero una de las dos personas va a decidir qué cantidad, qué proporción va a ser la que se van a repartir. Y la segunda persona va a decidir si lo acepta o no lo acepta, solo se va a repartir el dinero si la segunda persona acepta o no acepta este dinero. ¿Qué sucede? Cuando esto se produce, por ejemplo, en Europa la mayor parte de personas consideran de forma inconsciente, pero lo tienen bastante claro cuando se aplica este experimento, que la distribución del dinero tiene que ser equitativa, un 50, 50, 60, 40. 70, 30 you es visto de forma negativa y la persona que tiene que decidir si acepta o no la distribución normalmente dice que no. ¿Por qué?, porque les parece injusto, es decir, si tenemos 100 euros, pues o lo repartimos bien o nadie se queda con nada. En cambio, por ejemplo, cuando se ha hecho esto en estudios en otras ubicaciones, por ejemplo, como en algunos países de África, el resultado es totalmente diferente, normalmente la persona que tiene que decir, dice que sí sea parcial la distribución, siempre que cuando sea mayor que cero, ¿de acuerdo? ¿Por qué? Porque si yo he empezado el experimento con cero euros y salgo con cinco, es mejor cinco, que cero. Aunque, es cierto que la otra persona va a salir con 95 euros, pero no importa, yo you salgo con cinco. Por lo tanto, la visión del estudio y la distribución numérica no va a ser simplemente una distribución numérica, sino que tiene que ver con nuestra percepción de elementos morales, y esto tiene que ver también con elementos culturales. Por lo tanto, cuando analicemos, por ejemplo, estadísticas que tienen que ver con probabilidades de riesgo, no es simplemente un resultado 100% real, es un resultado que necesita una interpretación y la valoración vendrá dada por elementos que acompañan esta discusión. Por lo tanto, los números no son entidades objetivas, sino que se interpretan dentro de un contexto. Las personas interpretan estos números en función de su formación, de su estado anímico, si estoy contento, unos datos me van a parecer mejores que otros. Y esto es así, y la forma de presentar estos números. Otra cosa importante es, la mayor parte de personas no son expertas en ningún modo en sistemas numéricos, simplemente somos usuarios. Por lo tanto, en una sociedad altamente tecnificada que lo cuantifica todo hasta extremos complejos. Tenemos que pensar que la mayor parte de personas no tienen una compresión concreta y precisa de que está sucediendo, por lo tanto, esto no quiere decir que tengamos que aplicar. En expertos que nos digan qué es lo correcto o qué no, porque tenemos que entender que hay estas variables y en los cuales los expertos también están sujetos. Pero al mismo tiempo debemos entender que, tenemos que hacer un esfuerzo por entender estos números, y para que nos los hagan entender de forma correcta. Pero en cualquier caso, las formas de explicarlos no son directas y evidentes, sino que remiten a prácticas argumentativas. Finalmente, tener en cuenta que hay diversos elementos psicológicos que acompañan a la percepción y a la comprensión de los elementos numéricos y esto nunca se debe olvidar, porque incluso pensando en nosotros mismos que estamos entendiendo un proceso, tal vez podría suceder que esto no sea así. La única referencia que es proporcionada es la de Moerman, por lo tanto, muchas gracias, y espero verlos en la segunda sesión. Hasta luego.