Hola. En el video anterior establecimos que las ciudades son sistemas económicos, políticos, ambientales y culturales, que funcionan de manera interdependiente y que ofrecen una gran cantidad de beneficios a sus habitantes, pero que también suponen importantes retos. Ahora, es tiempo de analizar la relación entre las ciudades y el agua. Como te imaginarás, las ciudades requieren una gran cantidad de agua para brindarle servicios a sus poblaciones, pero también para el desarrollo de actividades productivas propias de los entornos urbanos. ¿Desde dónde llega esta agua, cómo se utiliza y dispone luego de ser usada y cuáles son los principales retos en la relación agua ciudades? Vamos a analizarlo en este video. Las primeras ciudades se establecieron cerca de los cuerpos de agua, pues brindaban la oportunidad de contar con una fuente de abastecimiento confiable; servían como vías de comunicación y permitían disponer de los residuos generados. Sin embargo, a medida que el fenómeno de urbanización se fue extendiendo, cada vez se originaron más ciudades lejos de los cuerpos de agua superficiales, por lo que se recurrió a la extracción de aguas subterráneas. La expansión de las ciudades supone también una modificación del ciclo hidrológico. Usualmente, cuando se nos habla del ciclo hidrológico, se utiliza como ejemplo esta cuenca que nunca ha sido intervenida por el hombre; donde las montañas están cubiertas de árboles, los ríos fluyen libremente hacia la laguna o hacia el mar y en el suelo no existe ningún tipo de construcción. La realidad es que esta cuenca ideal es cada vez más difícil de encontrar. Lo que realmente vemos en las ciudades son edificios de todos los tamaños, automóviles que transitan por espacios que han sido cubiertos por el asfalto y que generan grandes cantidades de gases de efecto invernadero, ríos que han sido entubados, grandes construcciones para traer el agua desde otras cuencas, plantas de tratamiento de aguas residuales, tuberías que presentan fugas, etcétera. Este es el ciclo urbano del agua, que muestra una clara modificación de la cantidad y la calidad del agua a lo largo de todas las etapas: la precipitación y filtración, evaporación y condensación. El ciclo urbano del agua suele organizarse en tres rubros: el suministro de agua potable, el drenaje y el saneamiento. Lamentablemente, muchas veces estos rubros no trabajan de manera coordinada, lo que representa grandes presiones para la sustentabilidad de los espacios urbanos. Tenemos acceso a servicios mejorados de agua, en comparación con solo el 81 por ciento en zonas rurales, y 79 por ciento contamos con acceso al saneamiento mejorado, en comparación con las zonas rurales que apenas alcanzan el 47 por ciento. Sin lugar a dudas, las ciudades nos ofrecen grandes posibilidades para proveer servicios de agua potable y saneamiento a sus pobladores, en gran medida como respuesta a lo que ya habíamos mencionado, que son las economías de escala. Estas hacen más barata la construcción y operación de la infraestructura en espacios que son densamente poblados, en contraste con los espacios rurales, cuyas extensiones y la lejanía entre una población y otra aumentan el costo de operación y de mantenimiento. Sin embargo, la relación entre agua y ciudades nos presenta también grandes retos. El primero de ellos tiene que ver con la falta de acceso a servicios de agua potable y saneamiento. A pesar de los avances alcanzados en la universalización de los servicios de agua potable y saneamiento, uno de cada cuatro ciudadanos urbanos vive todavía sin acceso a instalaciones mejoradas de saneamiento, y el cuatro por ciento no cuenta con agua potable. La falta de acceso a los servicios de agua potable y saneamiento, sin duda, tiene una clara dimensión de inequidad. A pesar de los avances alcanzados en la universalización de los servicios de agua potable y saneamiento, uno de cada cuatro ciudadanos urbanos vive todavía sin acceso a instalaciones mejoradas de saneamiento, y el cuatro por ciento no cuenta con agua potable. La falta de acceso a los servicios de agua potable y saneamiento, sin duda, tiene una clara dimensión de inequidad. Las personas con mayores grados de marginación, que en muchas ocasiones viven en asentamientos informales, ya sea dentro de la ciudad o en los espacios periurbanos, tienen que pagar un costo mucho mayor por el agua. En ocasiones, pagan entre 10 y 20 veces más que las personas con mayores ingresos. Esto como resultado de la compra de agua embotellada y de carros cisterna, cuyos costos son muy elevados. Un segundo reto son los problemas de salud. La falta de las instalaciones adecuadas de saneamiento provoca la contaminación del agua. Después de las lluvias, las aguas pluviales entran en contacto con los desperdicios, fundamentalmente de los asentamientos informales, que arrastran estos contaminantes hasta las fuentes de agua potable, de las que se provee la mayor cantidad de personas vulnerables.