Según la forma en que combinamos las palabras comunicación, política y plataformas sociales, podemos estar invocando objetos de estudio y ámbitos de interés muy distintos. En esta clase, voy a centrarme en tres de estas posibles combinaciones. La primera, la contribución de las plataformas sociales al desarrollo de campañas electorales y propagandísticas. La segunda, la forma en que los ciudadanos pueden utilizar estas plataformas para participar de los asuntos públicos y la democracia. Y por último, tercero, cómo dichas plataformas favorecen la polarización y fenómenos como cámaras de eco, burbujas de filtro, fake news, posverdad, etcétera. Si nos vamos al primero, la comunicación política y las plataformas suponen una herramienta adicional para llevar a cabo campañas de comunicación y propaganda en el contexto de disputas políticas y electorales. Cuando nos aproximamos a las plataformas a través de esta lente, debemos enfocarnos en la eficacia de las técnicas y estrategias utilizadas para movilizar recursos y ganar apoyos. En ese sentido, una de las campañas de referencia fue la de las elecciones a la presidencia de Estados Unidos de 2008, que permitieron a Barack Obama conquistar el Capitolio. La campaña de Obama ha sido señalada como un punto de inflexión en la planificación de la comunicación política, you que, a partir de la misma, las redes sociales se convierte en un instrumento fundamental para estrechar el vínculo entre las organizaciones políticas y su electorado más fiel. Al mismo tiempo, este canal se revela como crucial para entrar en contacto con el electorado más joven que, tradicionalmente, ha estado menos interesado en la participación política. Y además, las plataformas sociales representan una oportunidad para partidos y organizaciones con menos recursos y, por tanto, menos capacidad para acceder a los medios de comunicación de masas. Otra ventaja que proporcionan las redes, consiste en que los datos que los usuarios acumulan pueden ser analizados e integrarse en el repertorio de técnicas disponibles para planificar, evaluar y tomar decisiones estratégicas; de forma muy similar a la que las encuestas y sondeos de opinión han venido siendo utilizados para diseñar estrategias de campaña electoral. La segunda aproximación sería ver las plataformas sociales como una herramienta para el empoderamiento ciudadano. Dentro de nuestro ecosistema mediático, conviven distintos medios de comunicación y, de entre ellos, las plataformas sociales tienen una característica que nos ayuda a distinguirlas de los medios tradicionales, y esta es el papel del usuario como creador y distribuidor del contenido. El concepto de usuario como agente que participa de dichos procesos, muestra la tradición del modelo de comunicación de masas, en el que existe una relación unidireccional entre los profesionales de la producción de contenidos y la audiencia, a uno, de nuevo, en el que la relación entre productores y usuarios es bidireccional y menos compartimentada. Esta característica es crucial en el ámbito de la política, you que convierte a los usuarios en sujetos políticos activos, facilitando el empoderamiento de la ciudadanía y la profundización democrática. De la misma forma en que en las plataformas, el papel de la audiencia en la producción de contenidos y en la difusión es más activo, en el ámbito de la política permite a los ciudadanos una mayor participación de la construcción de los asuntos públicos. Este hecho es especialmente importante en un momento en el que las formas tradicionales de organización política, sindicatos y partidos pierden eficacia como elemento de cohesión. Y las nuevas tecnologías son cada vez más importantes por su rapidez en la propagación de mensajes, la capacidad de alcanzar un gran número de individuos, y sus prestaciones para la organización y el activismo. En la historia reciente, hemos asistido a acontecimientos en el que distintos movimientos sociales se han servido de los nuevos medios para reivindicar y propiciar el cambio político. Ha sido el caso de la Primavera Árabe en Egipto y Túnez, el Movimiento del 15M, e innumerables procesos electorales de los últimos años. En todas estas situaciones, las plataformas sociales han sido instrumentos muy útiles para organizar movilizaciones y difundir información dentro y fuera del país. En cualquier caso, hay que ser prudentes antes de establecer una relación causal entre las protestas y el cambio político. En primer lugar porque, a menudo, la participación política en dichas plataformas se trata de un activismo de baja intensidad, con pocas consecuencias reales. De todas formas, únicamente el hecho de que los ciudadanos se han convertido en actores clave en la confección de la agenda mediática you supone un cambio más que significativo. El tercer fenómeno del que os quiero hablar es la polarización, las cámaras de eco, las burbujas de filtro, fake news, posverdad. Nos preguntamos especialmente sobre las consecuencias de la eclosión de las plataformas sociales en relación a distintos fenómenos de polarización y comportamiento partidista. Y esto tiene particular importancia, you que puede convertirse en un factor de erosión de la calidad democrática. Así, es especialmente pertinente preguntarnos hasta qué punto los nuevos medios acentúan la polarización en tecnologías opuestas o, en cambio, faciliten el diálogo y la construcción de consenso. Lamentablemente, las evidencias empíricas apuntan a la peor de las hipótesis. En las redes sociales, los usuarios tienden a conectarse con otros individuos con los que se comparte punto de vista e ideología política. Estos vínculos favorecen la pertenencia la grupo, pero limitan el flujo de información a noticias y comentariso afines a nuestra propia forma de pensar. Estos entornos de información personalizada se pueden conceptualizar como cámaras de eco o burbujas de filtro, y son un caldo de cultivo ideal para la aparición de fenómenos como la posverdad y las fake news. [AUDIO_EN_BLANCO]